Compro y leo compulsivamente prensa desde que tenía 14 años. No miento, me avala un cuadernillo que hacia por aquella época con los recortes de prensa de todo el año y que guardo todavía como oro en paño. Desde entonces sueño con levantarme una mañana y poder comprar el periódico en el que a cuatro o cinco columnas y en ese tipo de letra de las grandes ocasiones titule “ETA abandona las armas”.
Tengo, como tenemos la mayoría de los españoles, la sensación de que voy a vivir ese momento con emoción más pronto que tarde. Nunca pensé en ese momento como un instante de felicidad, sino como un espacio de enorme responsabilidad como ciudadano demócrata. No expresaré alegría, sino silencio respetuoso para recordar con cariño y devoción a todos y cada uno de los muertos y heridos por la barbarie de tantos años.
Aquellos que son pelín más jóvenes que yo, no han conocido lo que era despertarse cada mañana con el soniquete de la radio anunciando que, una vez más, había habido una explosión en tal o cual sitio, o habían disparado a alguien en tal o cual calle. Aquellos que son pelín más jóvenes que yo no recordarán como en los años de la transición los guardias civiles y los militares eran enterrados casi a escondidas, ni recordarán los tristes sumarios de los telediarios, ni las portadas llenas de sangre de los 80 cuando ETA golpeaba un dia si y otro también, ni los apoyos de la Iglesia a los violentos…
Aquellos que son un poco más jóvenes que yo, no han visto como militares con la chaqueta llena de medallas levantaban el brazo cantando el cara al sol y el viva España (la España amenazante y llena de odio) a las puertas del Cuartel General del Ejército en la Plaza de Cibeles de Madrid.
Por circunstancias de la vida tengo amigos y conocidos hasta en los sitios más insospechados. Así que he temblado de terror cuando me sentaba en el coche de guardias civiles mientras metían la llave para arrancar, he ido en coches oficiales y he visto como policías de paisano rastreaban matriculas antes de poder pasar por un sitio o dejar a tu “jefe” en su casa, he escuchado como le dicen a alguien que aparecía en alguna siniestra lista y he tenido que perder contacto con algún amiguete por agrias discusiones acerca de la visión “desde el otro lado”.
Después de más de 40 años de horror yo se que estoy a punto de comprarme mi soñado periódico que guardaré con todo el respeto del mundo. Y daré secretamente las gracias a todos cuantos han hecho posible que eso ocurra y me da igual que sean del sitio que sean. Daré gracias por poder sentarme tranquilo en el coche de mi amigo Guardia Civil o de acompañar a alguien pasando por alguna calle en la que un coche en doble fila no significa que estés a punto de volar por los aires y daré gracias por volver a abrazar al amigo que perdí.
Es lo que tiene la paz. ¡Luego habrá que ir reconstruyendo tantas cosas!. Ya lo hicimos una vez…también ahora puede ser posible.
Yo sigo manteniendo mi euro y pico en el bolsillo para dárselo con esperanza a mi kioskero de ahora. ¡¡he tenido tantos!!
Tengo, como tenemos la mayoría de los españoles, la sensación de que voy a vivir ese momento con emoción más pronto que tarde. Nunca pensé en ese momento como un instante de felicidad, sino como un espacio de enorme responsabilidad como ciudadano demócrata. No expresaré alegría, sino silencio respetuoso para recordar con cariño y devoción a todos y cada uno de los muertos y heridos por la barbarie de tantos años.
Aquellos que son pelín más jóvenes que yo, no han conocido lo que era despertarse cada mañana con el soniquete de la radio anunciando que, una vez más, había habido una explosión en tal o cual sitio, o habían disparado a alguien en tal o cual calle. Aquellos que son pelín más jóvenes que yo no recordarán como en los años de la transición los guardias civiles y los militares eran enterrados casi a escondidas, ni recordarán los tristes sumarios de los telediarios, ni las portadas llenas de sangre de los 80 cuando ETA golpeaba un dia si y otro también, ni los apoyos de la Iglesia a los violentos…
Aquellos que son un poco más jóvenes que yo, no han visto como militares con la chaqueta llena de medallas levantaban el brazo cantando el cara al sol y el viva España (la España amenazante y llena de odio) a las puertas del Cuartel General del Ejército en la Plaza de Cibeles de Madrid.
Por circunstancias de la vida tengo amigos y conocidos hasta en los sitios más insospechados. Así que he temblado de terror cuando me sentaba en el coche de guardias civiles mientras metían la llave para arrancar, he ido en coches oficiales y he visto como policías de paisano rastreaban matriculas antes de poder pasar por un sitio o dejar a tu “jefe” en su casa, he escuchado como le dicen a alguien que aparecía en alguna siniestra lista y he tenido que perder contacto con algún amiguete por agrias discusiones acerca de la visión “desde el otro lado”.
Después de más de 40 años de horror yo se que estoy a punto de comprarme mi soñado periódico que guardaré con todo el respeto del mundo. Y daré secretamente las gracias a todos cuantos han hecho posible que eso ocurra y me da igual que sean del sitio que sean. Daré gracias por poder sentarme tranquilo en el coche de mi amigo Guardia Civil o de acompañar a alguien pasando por alguna calle en la que un coche en doble fila no significa que estés a punto de volar por los aires y daré gracias por volver a abrazar al amigo que perdí.
Es lo que tiene la paz. ¡Luego habrá que ir reconstruyendo tantas cosas!. Ya lo hicimos una vez…también ahora puede ser posible.
Yo sigo manteniendo mi euro y pico en el bolsillo para dárselo con esperanza a mi kioskero de ahora. ¡¡he tenido tantos!!