miércoles, 19 de octubre de 2011

Esperando La Paz

Compro y leo compulsivamente prensa desde que tenía 14 años. No miento, me avala un cuadernillo que hacia por aquella época con los recortes de prensa de todo el año y que guardo todavía como oro en paño. Desde entonces sueño con levantarme una mañana y poder comprar el periódico en el que a cuatro o cinco columnas y en ese tipo de letra de las grandes ocasiones titule “ETA abandona las armas”.

Tengo, como tenemos la mayoría de los españoles, la sensación de que voy a vivir ese momento con emoción más pronto que tarde. Nunca pensé en ese momento como un instante de felicidad, sino como un espacio de enorme responsabilidad como ciudadano demócrata. No expresaré alegría, sino silencio respetuoso para recordar con cariño y devoción a todos y cada uno de los muertos y heridos por la barbarie de tantos años.

Aquellos que son pelín más jóvenes que yo, no han conocido lo que era despertarse cada mañana con el soniquete de la radio anunciando que, una vez más, había habido una explosión en tal o cual sitio, o habían disparado a alguien en tal o cual calle. Aquellos que son pelín más jóvenes que yo no recordarán como en los años de la transición los guardias civiles y los militares eran enterrados casi a escondidas, ni recordarán los tristes sumarios de los telediarios, ni las portadas llenas de sangre de los 80 cuando ETA golpeaba un dia si y otro también, ni los apoyos de la Iglesia a los violentos…

Aquellos que son un poco más jóvenes que yo, no han visto como militares con la chaqueta llena de medallas levantaban el brazo cantando el cara al sol y el viva España (la España amenazante y llena de odio) a las puertas del Cuartel General del Ejército en la Plaza de Cibeles de Madrid.

Por circunstancias de la vida tengo amigos y conocidos hasta en los sitios más insospechados. Así que he temblado de terror cuando me sentaba en el coche de guardias civiles mientras metían la llave para arrancar, he ido en coches oficiales y he visto como policías de paisano rastreaban matriculas antes de poder pasar por un sitio o dejar a tu “jefe” en su casa, he escuchado como le dicen a alguien que aparecía en alguna siniestra lista y he tenido que perder contacto con algún amiguete por agrias discusiones acerca de la visión “desde el otro lado”.

Después de más de 40 años de horror yo se que estoy a punto de comprarme mi soñado periódico que guardaré con todo el respeto del mundo. Y daré secretamente las gracias a todos cuantos han hecho posible que eso ocurra y me da igual que sean del sitio que sean. Daré gracias por poder sentarme tranquilo en el coche de mi amigo Guardia Civil o de acompañar a alguien pasando por alguna calle en la que un coche en doble fila no significa que estés a punto de volar por los aires y daré gracias por volver a abrazar al amigo que perdí.

Es lo que tiene la paz. ¡Luego habrá que ir reconstruyendo tantas cosas!. Ya lo hicimos una vez…también ahora puede ser posible.

Yo sigo manteniendo mi euro y pico en el bolsillo para dárselo con esperanza a mi kioskero de ahora. ¡¡he tenido tantos!!

viernes, 14 de octubre de 2011

Crisis

Si comienzo este post avisando -más que diciendo- que estamos metidos de lleno en una crisis global, inmediatamente, quien esté leyendo esto pasará a pensar, seguramente sin pretenderlo, en términos solo y exclusivamente negativos.

Pueden tener una parte de razón, pero si te das una “vuelta” por el libro “El poder curativo de las crisis” de Stanislav Grof verás que, aunque enfocado en el despertar espiritual, los movimientos que denominamos crisis no tienen porque ser algo negativo sino que también tienen una buena parte de “emergencia” en el sentido de nuevo nacimiento hacia otra realidad que pueden no ser nada negativos si se sale de ellas “bien renacido”

De la misma forma, si acudimos a la definición que aparece en la wikipedia, veremos que crisis “es una coyuntura de cambios en cualquier aspecto de una realidad organizada pero inestable, sujeta a evolución; especialmente, la crisis de una estructura. Los cambios críticos, aunque previsibles, tienen siempre algún grado de incertidumbre en cuanto a su reversibilidad o grado de profundidad, pues si no serían meras reacciones automáticas como las físico-químicas. Si los cambios son profundos, súbitos y violentos, y sobre todo traen consecuencias trascendentales, van más allá de una crisis y se pueden denominar revolución”.

Dicho esto, en lo que estamos de acuerdo es que estamos atravesando una crisis que no es, ni más ni menos, que el cambio hacia una nueva era y que, como alguna vez he comentado por estos caminos del blog, es el tiempo de lo que los budistas llaman “el Bardo”, que no es otra cosa que ese espacio entre una realidad que acaba y otra que comienza. Y es en este espacio de tiempo donde las amenazas, las inestabilidades, las pérdidas de referencia y los miedos, pueden llevar a nuestro mundo a una revolución de involución que produzca más dolor que cura.

Nosotros, como ciudadanos del mundo, tenemos mucho que decir y hacer pero siempre desde la razón y la fuerza de un nuevo modelo de ciudadanía que esta naciendo y no desde la pasión de la sinrazón y la violencia.

Es momento para la protesta contra las injusticias, para alzar la voz frente a poderes oscuros que nos atenazan, para elevar puños de rabia contenida contra los especuladores y es tiempo también para descubrir nuevos caminos pero también para fortalecer otros que siguen siendo útiles aunque desde ámbitos interesados se haga continua mala prensa.

Las Organizaciones Políticas y Sindicales, nuestro modo y forma de representación de la ciudadanía y nuestra democracia que tanto costó poner en pie son criticadas con fuerza y muchas veces con demasiada pasión violentada. Algunas veces con cierta razón pero demasiadas veces con excesiva pasión producida por el descontento.

Yo defiendo y he defendido siempre la acción política como el noble arte de ofrecer tus días y tu tiempo a la dedicación por solucionar los problemas de tus conciudadanos y conciudadanas. Yo defiendo y he defendido siempre la Constitución como norma suprema del Estado, yo defiendo y he defendido siempre la figura de nuestro Rey como garante de una paz que tanto nos costó poner en vida (siendo un Republicano convencido pero egoísta) y yo defiendo y he defendido siempre la labor de hombres y mujeres que a través de organizaciones sindicales han trabajado y trabajan por la defensa de los trabajadores y trabajadores.

El problema es que en estos tiempos de “Bardo” y en ese espacio que comentaba antes donde impera el miedo, la inestabilidad, y la falta de referentes de todo tipo, se produce el “totum revolutum” para meter en el mismo saco todo aquello que nos huele a pasado, pensando en que todo lo que está por venir será mucho mejor cuando, bien lo sabemos si acudimos a la historia, no siempre es así.

Ahora es momento de exigir, de protestar, de imaginar un mundo nuevo, de pensar en nuevas formas de hacer las cosas, incluso de nuevas maneras de imaginar e incluso de ser y, sobre todo de estar; pero también es el momento de parar y templar para que desde la razón y la palabra logremos que esta crisis sea el germen de una sociedad más solidaria, justa y sostenible.

Todos y todas debemos poner sobre la mesa nuestro grano de arena para que esta crisis sea curativa y la mejor forma que nuestra democracia tiene es vehicular esas propuestas a través de Partidos Políticos y organizaciones que tengan o puedan tener representatividad para llevar a cabo una acción transformadora de nuestra realidad en un mundo globalizado.

En nuestro país nos metemos de lleno en una campaña electoral de gran calado. Es el juego democrático, es el derecho al voto por el que tanta gente murió para hacerlo realidad. Ya no es solo trabajo de cada cuatro años, claro que no, pero es buen momento para promover la participación, el diálogo y la razón para entre todos y todas y frente a esos oscuros poderes que tratan de subvertir el orden, hacer que el nuevo mundo que está al otro lado de esta incierta laguna que atravesamos sea, como decía antes, un mundo de Libertad, Igualdad y Fraternidad.

Necesitamos que esa salida de la crisis se haga desde posiciones de izquierda. Es necesaria la movilización de fuerzas, ánimos y deseos, para retomar el rumbo en nuevos caminos. Yo apelo a la unidad de la izquierda frente a los que batallan cada día por dar un golpe en la mesa y reventar muchos de los derechos que nos hemos dado como ciudadanos y ciudadanas desde finales de la II Guerra Mundial. Yo abogo desde aquí por la defensa de nuestro Estado del Bienestar y la defensa de los trabajadores y trabajadoras frente a los opresores, porque aunque pueda parecer arcaico, la realidad es que esto está ocurriendo aquí mismo…a tu lado.