lunes, 26 de octubre de 2009

Dignidad

Los domingos, la prensa aparece jovial y fresca, dispuesta al retozo del alba o el camino de la tarde paseando por un sinfín de historias que, la mayoría de las veces, nos van dejando un sabor amargo de tinieblas y batallas. Pero hay días, como el que a punto está de cerrar sus puertas, que se abren ante nuestra mirada algunos ventanales de serenidad que nos dan un respiro a la guerra del “paren el mundo que yo me bajo” en que suele convertirse la lectura diaria de los periódicos.

“para que se de la circunstancia del conocimiento tiene que haber tranquilidad”. Lo dice Pascuall Maragall en uno de esos excepcionales reportajes a los que nos tiene acostumbrados Juanjo Millás. Y en ese conocimiento nos deleitan también tres memorias vivas de nuestro tiempo que aparecen en las páginas de “Domingo” también en El Pais. Ver y leer a “tres rojos singulares” –Carrillo, Marcos Ana (del que recomiendo sus memorias “Decidme como es un árbol”) y Lagunero hacen que uno siga creyendo en la posibilidad de un mundo más justo, libre y solidario.

Cuatro personajes de dos generaciones que han luchado a brazo partido para que hoy disfrutemos de algo tan efímero si no se continúa la lucha, como es la Democracia y la Libertad. Hombres con el sentido de la dignidad sobre los hombros bien batallados, ojos que han visto la miseria, el hambre y la desesperación pero que supieron luchar para seguir adelante.

En ese mismo suplemento “Domingo” también a aparece un reportaje sobre la vida de los nuevos parados “Rotos por el paro” en el que se relatan las terribles historias de gente que han pasado de creer que lo tenían todo, a estar en las puertas de la miseria. No seré yo quien ponga las culpas sobre nadie que bastante es estar en esa situación pero….¿es que alguien se creía que iba a estar ganando 3000 euros durante toda su vida”…¿Dónde han guardado tanto dinero como tenían algunos empresarios que hasta no hace mucho se dedicaban a explotar a trabajadores a sabiendas de que aquello era insostenible? ¿se considera parado un joven de 25 años que dejo los estudios para ganar dinero creyendo que su vida ya estaba solucionada y metiéndose en unas hipotecas de por vida?

¿Qué le ha ocurrido a toda una generación a la que los luchadores de la libertad y la democracia les han regalado un espacio de paz que ellos no pudieron disfrutar con nuestros mismos años?.
Es fácil volver la vista a los poderes públicos para pedir responsabilidades, es fácil dirigirse al Presidente del Gobierno para pedir soluciones ya. Pero ha llegado la hora de hablar claro.
También muchos ciudadanos han tenido la responsabilidad de estar donde están por dejarse acompañar de la avaricia y el dinero fácil.

Algunos sociólogos comienzan a hablar ya de Generación H como ese grupo asfixiado por los bancos que creyeron que encerrándose entre las mazmorras de sus pisos estarían a salvo de los vendavales de la vida.
Que la dignidad, el trabajo, la vida y el esfuerzo de gentes como Maragall, Marcos Ana, Carrillo o Lagunero nos hagan pensar y ser conscientes de que la tierra que pisamos no era tan firme como se pensaba.
Que resurjan de nuevo las banderas de la Libertad, los valores del esfuerzo, la solidaridad, el trabajo bien hecho, el compañerismo, la mirada amable hacia nuestro entorno más cercano y la aceptación, por parte de todos, de que el mundo en el que nos movemos, ha llegado a su fin y que, como en el Bardo, estamos en una zona de transición en la que hemos de volver a tomar las riendas de la utopía si queremos alumbrar un nuevo mundo antes de que la irresponsabilidad de muchos nos golpee en el rostro de la catástrofe.

1 comentario:

Unknown dijo...

Esa bandera es la que hace tiempo recogimos algunos, nos la encontramos en el suelo pisoteada por todos aquellos que decían defenderla.

¡¡Cuál fue nuestra sorpresa que al levantarla la mayoría de la gente nos miró como unos locos!!

Cuándo decíamos, no hace mucho, que el capitalismo va y viene y donde hoy hay comida mañana hay miseria.

No se nos escuchó. Se nos obvio. No teníamos la razón.

El tiempo, ese sabio organizador de razones nos la dío. Portabamos la bandera certera y habíamos caído en la cuenta del verdadero enemigo.

Ahora hay gente que se está planteando opciones de vida muy duras, que estan viendo como todo en lo que creían se desploma.

Los grandes aún nos obvian, para los medios no existimos, para los partidos somos una simple molestia, pero para la gente somos un pequeñito halo de esperanza que va creciendo cuando depositan su confianza en nosotros... cuando nos acompañan en una reivindicación o cuando nos ayudan a organizar o difundir alguna actividad.

La utopía esta aquí, más cerca que nunca, pero ya no es un fantasma, sino que ellos prefieren no mirarlo.