jueves, 13 de marzo de 2008

Donde dije digo.

Hay que ver cómo se las gastan estos chicos de la derecha. Acaban de perder las elecciones y están creyendo que se trata de una derrota dulce. Disponen de un liderazgo débil, descorazonado, amargado por el triste papel de estos tiempos y rodeado de navajitas que ya están pinchando en la madera del árbol caído.

Dos de sus principales asaltadores, La Marquesa y Gallardón dieron la campanada en el tema de las listas y dejaron ver con claridad sus ansias de encabezar el nuevo PP antes de que las urnas dieran su veredicto. La noche del día 9 vimos en el balcón a un hombre solo, a una mujer abrazada al perdedor, un Pizarro con cara de circunstancias y un Acebes con la sonrisa forzada con la que todavía camina por las calles de Madrid perdido intentando encontrar sitio. La Marquesa desaparecida y Don Alberto haciendo cuentas en su moderno despacho de la nueva sede de Cibeles. El lunes, por arte de magia, comienzan a levantarse manos al grito de “¡¡me lo pido!!, y ya todos hacían cábalas mientras Don Mariano, en la soledad de su casa, lo imaginamos meditabundo y cabizbajo preparando el “yo me largo”. Al final –algún día conoceremos las presiones, los golpes de móvil, y el cómo de las decisiones- deshojaba la margarita hasta el “bueno vale, me quedo por ahora”, y entonces, los asaltadores, limpian raudos sus cuchillos y dicen bien alto aquello de “yo no he sido”.

Qué cosas los juegos de estos chicos de la derecha. ¿Se imaginan lo que Cope, Mundo, La Razón, ABC y los demás miembros de la maquinaria de la conspiración hubiesen dicho si quien pierde las elecciones es Zapatero y alguien hubiese dicho aquello de “pienso que”?.

La gran diferencia es que en los partidos de izquierdas los cambios se producen sobre la base de unos valores que tienen como último objetivo la mejora de la calidad de vida de los ciudadanos, la extensión de los derechos y la utopía de trabajar por un mundo mejor, más justo y solidario, mientras que en la derecha, los cambios se generan con la idea del “¿¡Ay! quién maneja mi pasta, quien que a la deriva me lleva, quién.”

Pongan a quien pongan ya sabemos que serán “los mismos perros con distintos collares” (oiga, no se enfade que el dicho no lo he inventado yo).

1 comentario:

Anónimo dijo...

Mú güeno...de verdad.