jueves, 30 de julio de 2009

El Plan de la Felicidad

Como todos los veranos desde hace ya algunos años, utilizo una semana de agosto para crear un paréntesis de silencio e introspección que me ayude a, por lo menos, saber, no ya donde voy, sino donde estoy.

Aprovecho para escuchar una vez más y con exquisita atención la Conferencia del maestro Zen Dokusho Villalba que llevan por título “El Arte de Vivir el Tiempo” y en la que se habla de trabajar en tu Plan Estratégico Personal (PEP) con el que puedes hacer un buen análisis de que es aquello que te otorga la felicidad y cuanto tiempo dedicas y debes dedicar a aquellos aspectos de tu vida que te pueda llevar a eso que todos perseguimos, que no es otra cosa que el arte de ser feliz.

Felicidad en cuatro niveles: Felicidad sensorial, emocional, intelectual y espiritual.

Te invito a que lo hagas. Piensa y escribe las 10 cosas más importantes que te hacen feliz y no lo centres en la felicidad material pues es esta la que te proporcionará, seguro, más insatisfacciones.
Escríbelas en orden de importancia siendo la primera la principal y ahora escribe a su lado el tiempo que le dedicas a cada una de las cosas que te otorga la felicidad durante un mes. Es ahí donde comenzarás a ver y a ser consciente de donde y en que gastas tu tiempo. Porque no es que no dispongamos de tiempo, es que la mayoría de las veces lo malgastamos.

Un buen trabajo es ser consciente del tiempo presente. Marcarse metas está bien pero una vez marcadas simplemente olvídalas y céntrate en el instante cierto y presente en el que te hayas y trabaja desde ahí, porque es lo único que existe y desde ahí podrás ir construyendo tus días hasta alcanzar las metas que te has propuesto y que según has anotado son la base de tu felicidad.

Tu propósito es ser feliz y para ello establecerás unas metas, convierte luego esas metas en objetivos cuantificables y luego decide cuanto tiempo vas a dedicarle a cada uno de esos objetivos.

Recuerda que el tiempo es un recurso limitado y por lo tanto no dispondrás de tiempo para todo así que te toca seleccionar y ser más radical para trabajar tu plan. Lo contrario es el estrés, la ansiedad y la desmedida aceleración sin pausa.

Y recuerda los cuatro niveles de la felicidad que harán realidad tu propósito de ser feliz y que es posible cuando las necesidades básicas están cubiertas.

1.- Felicidad sensorial. El placer de los sentidos

2.- Felicidad emocional. Trabaja siempre en las emociones positivas

3.- Felicidad Intelectual. Saber y conocer te hará feliz. La ignorancia es sufrimiento

4.- Felicidad espiritual. No dependas de las circunstancias, ni de los objetos, ni de las necesidades ni deseos. Es la felicidad de la consciencia la que no depende de lo material.

Te invito a que lo hagas…merece la pena…y es gratis

domingo, 26 de julio de 2009

Homenaje a Marcos

“Volverás a mi huerto y a mi higuera:
Por los altos andamios de las flores
Pajareará tu alma colmenera”.

Miguel Hernández.

Sabíamos que era posible y nos encarnizamos en la batalla. Creímos que había un viento del pueblo que nos invitaba a tomar con fuerza los remos de algo nuevo y nos encontramos en aquel punto de partida de una mesa de principios que se fue llenando de vinos y de ideas, de propuestas e ilusiones en un día exacto en el que tú tenías que recorrer un nuevo camino…¡¡y qué bien que lo hiciste!!.

Me ahorro los nombres, las fechas y los rencores. Eso queda para nuestra historia. Andamos solos por Alcalá y nos aceleramos juntos en tantas guerras, en cientos de ayudas y siempre dispuestos a todo lo que hiciera falta y tú sabes muy bien que hizo mucha falta.

Vivimos con la intensidad de los incomprendidos el golpe que cambió una historia y hablamos mucho…a veces demasiado. Pero éramos fronteras al borde del precipicio que elegimos con la valentía de nuestras creencias, de nuestro orgullo y el buen sabor de los que nunca se venderán por nada.

Apretamos los dientes siempre y empujamos lo que pudimos y sobre todo, y que te quede claro, creo que fuiste feliz.

Hoy nos faltas. Te has ido. Un zarpazo de la guerrilla que siempre perderemos te llamó antes de tiempo….siempre el tiempo, ya sabes, el que te bebías a golpes de buen hacer y ayudas a quien siempre lo necesitó.

Nos dejas la enorme lección de la lucha a brazo partido, del sentido vital de amar cada uno de los nuevos días que la vida te iba regalando. La última vez que hablamos quedó pendiente tu visita a Granada. La tendré en el corazón siempre y aunque no pudiste hacer el viaje, hoy, como un minúsculo y querido homenaje me he quedado a ver anochecer en la terraza de la que te hablé. Había un sol inmensamente circular, abandonado de luz y de amargura y he recordado un poema que escribí hace unos días. Gracias por todo amigo. Déjame que te lo regale en nombre de todos los que te hemos querido.

A mi amigo Marcos Barbacíl

“Tengo un capitán de mudanzas esta noche,
Un tropel de versos que arrancarle al tiempo.
Hoy la memoria se esconde perezosa
En el último rincón del corazón perdido,
Allí donde los días son blancos
Como las manos de los olvidados.
Allí donde el tiempo es un puñado de incienso detenido.

Tengo un capitán de mudanzas esta noche,
Un deshacedor de telarañas
Y un murmullo de pañuelos al viento
En el sincero homenaje de la despedida”

Juan Carlos Montoya

Albanta

…y entonces recordé aquella canción de Luis Eduardo Aute….”Albanta”…

http://www.goear.com/listen/b534564/Albanta-Luis-Eduardo-Aute


“Yo se que allí,
allí donde tú dices,
vuelan las alas del agua
como palomas de escarcha
y el mar no es azul
sino vuelo de tu imaginación
en Albanta.
Que aquí, ya tú lo ves,
es Albanta al revés...
Yo se que allí
allí donde tú dices,
no existen hombres que mandan
porque no existen fantasmas
y amar es la flor
más perfecta que crece en tu jardín

en Albanta.
Que aquí, ya tú lo ves,
es Albanta al revés...”

Y después supe que no podía escribir con mis palabras, sino que había llegado el momento de recordar notas que tenía guardadas…y recordé una película que había visto hace meses -"Dejad de quererme"- en la que, al final, degusté con atención una enorme canción de Serge Reggiani recitada por Jean Loup Dabadie “Le temps qui reste” (El tiempo que nos queda) y que decía así…

“¿Cuánto tiempo?
¿Cuánto tiempo aún?
¿años, días, horas?,
¿Cuánto?.
Cuando lo pienso
Cómo me late el corazón.

Mi país es la vida.
¿Cuánto tiempo aún?
¿Cuánto?

Me gusta el tiempo que queda,
Quiero reír, correr, llorar, hablar,
Ver y creer, beber y bailar,
Gritar, comer, nadar, saltar, desobedecer.
No he acabado, no he acabado.
Volar, cantar, irme, volver a irme,
Sufrir, amar, cómo me gusta
El tiempo que queda.

Ya no sé donde nací ni cuándo.

Sé que fue no hace mucho,
Y que mi país es la vida
También sé que mi padre decía
“El tiempo es como el pan,
Guarda un trozo para mañana”.
Aún me queda tiempo, pero ¿Cuánto?.

Quiero jugar, quiero reír a carcajadas
Quiero llorar torrentes de lágrimas,
Quiero beber naves de vino
De Burdeos y de Italia,
Quiero bailar, gritar, volar,
Nadar en todos los océanos.

Hay más, hay más
Quiero cantar,
Quiero hablar hasta quedarme sin voz.
Cómo me gusta el tiempo que me queda.

¿Cuánto tiempo?
¿Cuánto tiempo aún?
¿Años, días, horas, cuánto?

Quiero más historias,
Más viajes.
Me queda tanta gente por ver,
Tantas imágenes.
Niños, mujeres, hombres grandes,
Pequeños, graciosos, tristes,
Inteligentes, gilipollas.
Qué curioso,
Los gilipollas me relajan,
Como las hojas entre las rosas.

¿Cuánto tiempo?
¿cuánto tiempo aún?
¿Años, días, horas, cuánto?.

Me da igual, amor mío.
Parará la orquesta y seguiré bailando.
Dejaré volar los aviones
Y volaré solo.
Se detendrá el tiempo
Y seguiré queriéndote,
No sé dónde,
No sé cómo,
Pero seguiré queriéndote
¿de acuerdo?.

martes, 21 de julio de 2009

Revoluciones

Jiddu Krishnamurti es uno de esos grandes maestros espirituales que han sabido integrar filosofía, religión y psicología y al que de vez en cuando vuelvo para releer alguno de sus textos, pasear por el impresionante relato de sus días a través de los dos volúmenes publicados por Kairos, o descubrir nuevos textos como el que acabo de terminar. Una edición de una serie de textos publicada también por Kairos con el título “La Revolución Interior. transformar el mundo”.

Vivimos tiempos convulsos y de cambios radicales. Esta que atravesamos no es una crisis coyuntural, estamos ante una enorme crisis estructural que determinar un cambio de era. No es solo una crisis económica –vivimos con mucho más de lo que nos es necesario- es una crisis profunda de valores y de formas de vida. Ante esto ya no caben Revoluciones a la manera tradicional, ya no hay lugar para las banderas ni los himnos, ya no dan soluciones el asalto al poder que terminan quedando en un nuevo cambio de élites que terminan reduciendo los gobiernos a modernas comodidades que vuelven a los mismos errores una y otra vez.

Ahora es el tiempo de los cambios radicales en cada uno de nosotros y es ahí donde la visión de Krishnamurti se haced más grande para darnos algunas claves de la posibilidad de llevar a cabo un trabajo que nos transforme y, por tanto, transforme el mundo. El camino de la observación, la propia y constante observación de nuestras pautas y nuestro comportamiento tienen la clave. Trabajar en la no dualidad. La diferencia entre el observador y lo observado provoca sufrimiento. Es el pensamiento el que genera el miedo que nos atenaza.

La gran pregunta es “¿Es posible una revolución interior y, por tanto, exterior? Porque está claro que no podemos continuar con nuestros viejos hábitos, nuestras viejas tradiciones, nuestra vieja manera de pensar” y por tanto, como expresa Jiddu, otra de las claves ante la que nos tenemos que sentar a reflexionar es “¿Qué podemos hacer para vivir sin conflicto, para llevar una vida verdaderamente sensata, vivida con libertad y penetrante inteligencia, con cordura, con afecto, con un sentimiento de belleza? ¿Cómo hemos de vivir para que en nuestra vida no haya ninguna clase de problema, para que haya tal profundidad en ella que el hecho en sí de vivir adquiera pleno significado?”.

Llevo tiempo enrolado en esta búsqueda personal a la que invito a todos y voy adquiriendo la seguridad que es desde el instante presente desde donde es posible la transformación interior tan necesaria para provocar esa revolución pendiente que habrá de transformar el mundo; la revolución interior. Ya no es posible seguir viviendo como hemos venido viviendo hasta ahora.
Tiempos apasionantes de cambios y transformaciones. De cada uno de nosotros depende que camino recorrer. Siempre despacio por favor y mirando a los lados, saboreando cada estación de la vida y dejando que las manos y la mirada hagan su juego vital. Observar con plena atención y acariciar cada momento que pasas. Esa es la verdadera transformación

lunes, 13 de julio de 2009

Certezas

“Somos lo que pensamos. Todo lo que somos se origina en nuestros pensamientos. Con nuestros pensamientos hacemos el mundo” (Siddharta Gautama)

Y ahora, en este preciso instante, en el perfecto golpe de tiempo de la tarde, en el calor inmisericorde y necesario de un julio en sur, pienso en los libros que todavía quedan pendientes, en los que me rodean, en las pelis de Aristaráin, en Lily y en la mirada de Hans sobre Ana, y en Fer enamorando de palabras el mundo de Tutty y en Federico y el golpe de memoria de Poeta en Nueva York, y en aquella infancia de 1910 y en el Zaguán de Luis Rosales y en “La palabra del alma es la memoria/y en el bosque donde vuelve a ser árbol cada huella/la sustancia del alma es la palabra” y en la lágrima de Candilejas y en Nanni Moretti paseando en Vespa por esa Roma mágica de agosto en Caro Diario.

Pienso en versos y labios, en abrazos y despedidas, en anuncios de cambios y de nuevos sueños.

Somos lo que pensamos y en ese camino hay que ir trabajando poco a poco los días. Ahora se llena el tiempo de canciones de Battiato, del Jabalí Blanco y del camino de la tortuga.

Se acurruca en el corazón aquellas “Solos en la madrugada” de Garci y su “Asignatura Pendiente”, las dos genialidades del Crack y la llama encendida de “Amanece que no es poco” de Cuerda.

Músicas y cines y batallas ganadas al tiempo llegando a pensar que eran derrotas lo que sembraba en la memoria, cuando en realidad, estaban llenas de victorias.

Hay caminos que uno no sabe que han comenzado hasta que te encuentras la señal en el cruce de los días y eliges uno de ellos con tu mochila casi vacía al hombro, sin saber muy bien por qué dejaste al otro lado la pista de asfalto para entrar en el pasillo de tierra que anuncia ejercicio y buen pulso.

Saltas la valla sin preguntas, con el ánimo sereno y encendido. Quizás sea porque esta mañana, sin pensármelo dos veces volví de nuevo a comprar un nuevo ejemplar de “Rayuela” de Cortázar y supe que me encaminaba, una vez más, en busca de la Maga, como cuando tenía aquellos 18 años y escribía mi columna sobre la muerte de Cortázar en nuestro revolucionario periódico del San Isidro de Madrid “Photo30”.

Me quedan labios, abrazos, vinos, libros, memorias, fotografías, miradas, manos, sueños, copas y desmemorias, anuncios de días claros y sombras de invierno, hojas marchitadas y diluvios, luces serenas, cuentos navideños, nieves y susurros, caminos, puentes y olvidos, vidas, presencias, ausencias y derrotas, canciones e interiores, ventanas, balcones de verano y lumbres de invierno, poemas y palabras, gritos y desgarros, cuencos donde comer y flores que llevarme a los ojos vivos.

Es una tarde calurosa del mes de julio y en la serenidad de la tarde, con las persianas casi hundidas siento un canto de azucenas.

“Amor inmenso como los álamos del rio” (Federico García Lorca)

martes, 7 de julio de 2009

La Zona de Confort

Si has mirado desde tu asiento la vida de la que te has rodeado y tienes la sensación de que no te gusta lo que ves, andas demasiado cansado, llevas adherido a la mano el mando del televisor, te sientes apagado y descontento es que andas instalado en tu zona de confort.

Nos han hecho creer que, a medida que uno va sumando años, las responsabilidades deben asumirse con la seriedad impoluta de quien no ha de mover el más mínimo músculo para ejercitar la sonrisa. Que la época de los sueños se quedó en el armario de los recuerdos, y que enamorarse de los días es cosa de chiquillos, porque lo que toca más allá de los 30 es labrarse un futuro y una estabilidad para disponer de una vejez maravillosa llena de fulgor, fuegos de artificio y honorabilidad disfrazada de aburrimiento.

Es fácil acostumbrarse a lo que uno tiene, ir cerrando puertas a nuevas aventuras, dejar que las ventanas se llenen de herrumbre para dificultar el paso del aire y auto convencernos de que eso es lo mejor para no perderlo todo….¿Es que tienes algo?...

Salir de la zona de confort es dar un paso más cada día, ser tú sin sentirte culpable de nada, volver a creer en cada momento que te rodea. Salir de la zona de confort es provocar el juego y la devoción de lo nuevo y el asombro por cada una de las cosas que ocurren a tu alrededor. Salir de la zona de confort es abrir de par en par las ventanas y saber que no te llevarás nada de lo que crees que tienes. Disfruta de un beso, de una sonrisa, de aquel libro que tienes pendiente desde hace tiempo. Dale espacio al juego, a iniciar nuevas amistades, a descubrir el mundo que te está esperando nada más salir del portal.

Estás en otro tiempo. Ahora es el momento de aceptar los cambios, de saber que nada ya será como antes, que todo va fluyendo y que, como en el anuncio aquél, debes de ser agua para evitar partirte en pedazos con la próxima piedra que te encuentres en el camino.
Sopla el viento, así que abre bien las velas de tu vida y ponte a navegar sin la preocupación de saber dónde vas a llegar, porque no es en el final del camino donde está tu destino, sino en cada uno de los instantes que pasas vivo cada día.

Navega y sé feliz

miércoles, 1 de julio de 2009

¿Qué has hecho hoy?

“Que tu mano izquierda no sepa lo que hace la derecha: esto se conoce en la vida zendo como la puesta en práctica de la -virtud secreta-. Es también el espíritu del servicio. La virtud secreta reside en el acto que se realiza en sí mismo, sin buscar ningún tipo de compensación, ni en el cielo ni en la tierra.”
(D.T.Suzuki)

¿Te has despertado sobresaltado con el insistente pitido del despertador?...

¿Te has quedado quieto un par de minutos antes de levantarte para sentir que estás despierto y agradecer que haya un nuevo día que comienza?

¿Has sentido el agua recorriendo tu cuerpo mientras te duchabas?, ¿Has sentido el ritmo de tu respiración mientras te secabas?, ¿Has sentido el olor del café recién hecho?, ¿Has besado a aquellos con los que vives o has saludado a tu animal de compañía?, ¿Has caminado un rato sintiendo el vertiginoso ritmo de las ciudades?. ¿Has saludado con un Buen día a quienes te has encontrado a tu paso?, ¿Has saludado a tus compañeros de trabajo?, ¿les has deseado un buen día?, ¿Has trabajado con la consciencia en lo que estabas haciendo?, ¿Has dedicado toda tu atención a escuchar a los demás, a atender las llamadas? ¿has estado en el mercado o en la compra disfrutando de los colores, los aromas y la luz de cada uno de los puestos?, ¿Has comido sabiendo lo que comías, saboreando cada bocado, dejando que tu garganta disfrutase del delicado y enamorado sabor del vino?, ¿has dedicado un solo segundo a ser consciente de que el agua que te bebes es todo un lujo para la vida y los sentidos?, ¿le has dado las gracias a quien te ha servido la comida?

¿Has vuelto al trabajo con la serenidad de quien lo tiene?, ¿te has parado a pensar un solo minuto en aquellos que andan pasando por delicados momentos y que seguro que conoces?. ¿te has despedido de tus compañeros de trabajo y les has deseado felicidad y descanso?, ¿Has vuelto a pasear un rato?, ¿has mirado a los ojos a la gente con la que te cruzas? ¿Has mirado hacia arriba para ver el cielo, y los árboles, y edificios que te rodean?, ¿Has dedicado un solo minuto a preguntar a tus hijos que tal les fue el día?, ¿has jugado un poco con ellos? ¿has jugado a algo hoy tu solo?, ¿has tocado los alimentos mientras los cocinabas para adivinar la textura de un tomate, su olor, la rugosidad de una naranja, el tacto frio del pescado o el aspecto de la carne cruda?, ¿has hablado hoy con tu pareja de lo divino y de lo humano? ¿has hablado con tus amigos? ¿sabes como están?, ¿te has desnudado siendo consciente de cada uno de los pasos de tu cuerpo?, ¿has sentido la bondad del silencio para dar las gracias por el día que acaba?

Tienes exactamente 24 h cada día para hacerlo.