martes, 19 de febrero de 2008

20 Poemas de amor

Les confieso sin pudor que soy, desde mi más tierna juventud, un confeso romántico, un envalentonado convencido de la serena alegría de vivir aún en este mundo de locos, y que sigo saliendo a la calle todos los días con un ¡Buen día! en la garganta, como quien se abre sobre la señal de la cruz al atravesar el portal de la casa. Se me van las manos por los versos cuando las musas se deciden a visitarme -¿dónde estáis últimamente?- y palidezco ante la hermosura casi rozando el síndrome de Stendhal. Pero no puedo con algunas formas de elevado amor que atraviesan las flechas de cupido y que rozan, por momentos, la cursilería chabacana, el insulto a las buenas formas y la harcada de la demagogia.

Este es el caso de los besos que se propinan ahora la Marquesa Doña Esperanza y el “Duque Don Alberto de Ruiz y Gallardón” -dos tipos requete finos, dos tipos medio chiflaos, dos tipos casi divinos, dos tipos desbarataos”, que quieren hacernos creer que nada ocurre en el seno del Partido Popular y que todo va viento en popa a toda vela. No se nos olvide que luchan por ser y estar más a la derecha que ninguno y que juegan a Liberal una y a Pseudo progre el otro pensando confundir a la opinión pública. Los dos son de derechas. Una derecha rancia, casposa, de boina y pandereta que aplaude a quien dice que quiere ver un mercado y abraza a quien pide, con una mano, el voto de los currantes mientras con la otra golpea inmisericorde todo lo que huela un poco a prosperidad, igualdad, justicia, solidaridad… ¿Es que se olvida lo que el Partido Popular hizo durante su etapa de Gobierno?. Falsos amores entre ellos y falsos amores hacia los ciudadanos con los que utilizan la baratija del populismo para despotricar contra todo y por todo.

Andemos con los ojos bien abiertos. Ahora comienzan dos semanas en la que escucharemos todo tipo de barbaridades de aquellos que se prometen amor inmenso como los álamos del río y acuden con el puñal bajo el cinto esperando la derrota de Don Mariano para repartirse las migajas. Ahora comienza la hora de la verdad para nosotros, ahora debemos estar en la calle como lo hemos estado siempre, con la cabeza bien alta, dando ejemplo de nuestro buen hacer, invitando a la gente a que el día 9 no se olvide de acudir a las urnas porque los besos de Don Alberto y Doña Esperanza, cuyo retrato de lo que realmente son se puede ver con claridad volviendo a leer a Delibes y sus santos inocentes, son más falsos que las púas de Espinete.

Colocaros –en la línea de salida se entiende- y al loro que decía El Viejo Profesor y el 9 a eso de las 20 horas asistiremos a la función, a la verdadera función de los Títeres de Cachiporra en que se convertirá el Partido Popular. A esa hora más o menos, caminando por la calle Génova, se podrá ver hecho mil trizas, una edición en rústica de “20 poemas de amor” pero no hallaremos ni rastro de la ”canción desesperada”.

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