viernes, 11 de abril de 2008

Pero mira como beben.

Lo del Alcalde de Granada y el divertimento de su concejala de juventud es, como decía mi madre, “para mear y no echar gota”, y no es que me haya vuelto un desvergonzado y ahora en mi blog me avenga a utilizar el tópico de las frases hechas. Es que en este caso, el dicho viene al hilo del parking del pedo, la vomitona, el cuelgue, el cebollón o como quieran llamar al botellón. Me refiero a eso que se conoce en Granada como “el botellódromo”. Ya es absurdo en sí que tenga que existir en una ciudad como Granada, un espacio para el cuelgue y el desenfreno. Es la institucionalización del absurdo.

Lo surrealista de la ocasión es que el señor Torres Hurtado, al parecer, solo quiere que se la cojan doblada los muchachos y muchachas de la ciudad. Los de fuera que vomiten junto a La Cibeles, el Parque Güell, La Giralda o el Guggenheim. En la Alhambra solo la echamos los de aquí. No me digan que no es cosa del mismísimo Gila. Supera con creces al chiste famoso del cura de Granada.

Yo no me niego a que los jóvenes se pillen el cocolón día sí y otro no. Si me pilla con 20 años pues es seguro que los viernes estaría con “los colegas” tomando unas copitas y hablando de lo nuestro. Se hizo siempre, dentro o fuera, en las tabernas o en los bancos. Cada uno sabrá lo que hace. Yo también salía de marcha y al desparrame y con 15 años había caído todo Cela, Valente, Ángel González, Todos los amigos del 27 y muchos más. Leo el periódico desde los 12 y me lo he pasado sobrado. No seamos cínicos y tratemos ahora de parecer más santos que nadie. No demonicemos a los jovenes.

Lo absurdo del asunto es que desde la Administración Pública se haya intentado facilitar el asunto del bebercio y se quiera institucionalizar espacios para ello. Oiga, si está prohibido beber en la calle pues se persigue y punto. Lo deleznable de nuestro Alcalde y la concejala de juventud que ahora sí debería practicar la política del avestruz o el camino de la dimisión, es pretender quedar bien con la juventud granadina a costa de ordenar el sistema de vomitonas con el mismo argumento que utilizan los que no asumen que son unos racistas de tomo y lomo: “Yo es que soy muy ordenado y me gusta cada cosa en su sitio”. Y no me resigno a cerrar con típico dicho…¡Manda huevos!.

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