¡¡Más madera que es la crisis!!

Llevo algunas horas delante de la pantalla del ordenador. Salto de flicker a mi nueva y flamante tertulia de twitter, paseo por las páginas de “imagen en acción”, para ponerme al día de la reunión de este sábado, hago algunos ejercicios de contabilidad –obligado por las circunstancias de mi analfabetismo económico- trasteo algunas fotos hechas el domingo en el mercado medieval de Bibrambla y las Pasiegas. De fondo suena el Adagietto de Mahler de la sinfonía número 5 y la luz de la tarde va cayendo lenta e inexorablemente una tarde más, como una tarde cualquiera.

Un descanso. Enciendo una barrita de incienso –media hora justa de morning star sándalo, hago sonar un plinggggggg en mi campanita y me siento en mi zafú….Silencio, la espalda cruje, silencio, los ojos entornados, hay un rumor de niños jugando, un perro que ladra y mi gata que anda ahí fuera solicitando una lata más para seguir engordando. 30 minutos después suena de nuevo la campana que casi coincide con el tañir de la de la iglesia del barrio y allí a lo lejos, la de la Torre de la Vela, recordando la perdida Alianza de Civilizaciones ¿Dónde habrá quedado aquello?.

Ahora se me ocurre darme una vuelta por los diarios “PSOE y PP negociarán reformas estructurales y de la Seguridad Social”, “Zapatero ofrece a Rajoy abordar juntos las reformas estructurales”, “Rajoy exige «transparencia y control» para los 150.000 millones contra la crisis” , “El SIMO, la feria tecnológica más importante no se celebrará este año por la ausencia de las grandes empresas”, y saltan palabras y conceptos avasalladores y nervios y brazos alzados vendiendo activos y pasivos y la madre que los parió a los ladrones vestidos de gala culpables de tantos miedos y temblores…Hablan de crisis, ¡¡más madera que es la crisis!!.

Georges Soros, en su libro “El nuevo paradigma de los mercados financieros” habla de su padre, quien después de una tremenda aventura vital a principios del siglo XX, vuelve a casa como otro hombre “Sus experiencias durante la Revolución Rusa le afectaron profundamente. Perdió su ambición y sólo quería disfrutar de la vida. Impartía a sus hijos valores muy diferentes de los del ambiente que vivíamos. No deseaba amasar fortuna o destacar socialmente. Por el contrario, sólo trabajaba lo necesario para llegar a fin de mes”.

Enciendo otra barrita de incienso, cambio Malher por Leonardo Cohen y se me escapa una ligera sonrisa sabiendo que no me van a quitar mis discos convertidos en unos y ceros, ni los libros que atesoro, ni mis pelis cuidadas, ni la mano amiga de mis amigos, ni el abrazo de mi mujer, ni la ventana a través de la que entra ahora una ligera brisa de aire fresco, ni la visión de esta luna redonda que anda ya por los cielos de Granada.

“Asegurado hasta 100.000 euros por cuenta”. Ni con cuatro de esas cuentas me compro yo ni la mitad de las sonrisas que he disfrutado hoy.